Análisis fundamental. ¿Qué es y para qué sirve?
El análisis fundamental representa el método para asignar un valor intrínseco a cada activo financiero, independientemente de su precio.
Cuando pensamos en el análisis fundamental nos vienen a la memoria inversores tales como Warren Buffett o su maestro Ben Graham. Lo cierto es que Buffett tiene un estilo de inversión que se basa en este método para analizar mercados. Pero no representa la única estrategia posible que nos permite este tipo de análisis.
Puedes leer también nuestro artículo de Value investing o inversion en valor, que junto a la inversión en crecimiento son los estilos más conocidos del análisis fundamental.
A continuación, vamos a ir tratando qué es el análisis fundamental y qué propósitos tiene. Veremos algunos ejemplos de estilos y estrategias de inversión que toman como punto de partida esta forma de obtener conclusiones. Pero lo realmente importante es saber qué tipo de información es la que utiliza el análisis fundamental, de dónde se extrae y cómo se utiliza.
El análisis fundamental se puede tomar en conjunto con otros métodos analíticos. No es excluyente. De hecho, hay traders que en principio toman en consideración una valoración del activo por sus fundamentales y después afinan el momento de entrar y salir al mercado mediante análisis técnico.
¿Qué es el análisis fundamental?
El análisis fundamental es aquel que se basa en los fundamentos (o fundamentales) del mercado a tratar. ¿Qué significa?
Los fundamentos de las distintas ramas de la economía (tanto macroeconomía como microeconomía) aportan una fórmula para poder valorar un bien, un servicio o, como en este caso, un activo financiero.
¿Pero qué es eso de valorar? Simplemente otorgarle un valor objetivo. El precio de cotización es, por así decirlo, una percepción del valor objetivo (o valor intrínseco) que tiene el mercado en su conjunto (como un gran número de participantes), pero no significa que la valoración del mercado sea la correcta. Cada activo financiero tiene un valor intrínseco, al margen de su precio (puede coincidir o no).
Si compramos un coche, ¿cuánto estamos dispuestos a pagar por él? Dependerá de sus características, pero en general tenemos una idea del valor que puede tener. En función del valor que se perciba tendremos una idea de si su precio es el adecuado; de si es muy caro o muy barato.
Los fundamentales son los motivos o condiciones por los que un bien (en este caso un activo financiero) o un servicio tiene un valor determinado y cierto. El análisis fundamental, por tanto, es aquel que estudia los fundamentales.
¿Qué puede valer la acción de una empresa? Si partimos de la base de que las acciones son pequeñas partes del capital de un negocio. Habrá que hacer una tasación de ese negocio y después dividir el resultado entre el número de acciones.
De esto precisamente se encarga el análisis fundamental, de realizar tasaciones para otorgar valor. Al igual que un tasador realiza una tasación de un inmueble. Sólo que en su caso, aplica los criterios y reglas propias de la naturaleza del bien.
En definitiva, lo que pretendemos hacer con el análisis fundamental es establecer una valoración objetiva del bien. Independientemente del precio al que cotice.
¿Qué persigue?
Imaginemos que tenemos que realizar una valoración económica de nosotros mismos (en realidad la economía personal no dista mucho de la empresarial, salvaguardando las magnitudes). Lo primero que haríamos es realizar un inventario de lo que tenemos y que tenga un valor económico.
Todos nuestros bienes en conjunto presentarán nuestro activo. Si a este activo le restamos los préstamos y otras deudas, tendríamos como resultado nuestro patrimonio neto. Nuestro patrimonio puede ser un buen punto de partida para determinar nuestra valoración presente.
Pero aquí no acaba todo, nosotros podemos trabajar y generar ingresos. Esto también debe ser valorado porque podrá decirnos algo sobre qué podemos esperar en el futuro, deberemos saber si nuestros ingresos pueden crecer, mantenerse estables o desaparecer. Estas cuestiones afectarán a nuestro patrimonio en el futuro.
Una persona que tenga buenas perspectivas laborales y espere un ascenso tendrá un crecimiento económico y patrimonial mayor que otra persona que esté a punto de concluir su contrato y no tenga un trabajo estable. Traducido a términos bursátiles, será un activo de mayor crecimiento.
El análisis fundamental no trata únicamente de establecer el valor de un activo en el presente, sino también qué perspectivas existen para el futuro.
Los activos fluctúan basándose en el valor futuro previsto. Si una empresa no tiene perspectivas de crecimiento, el precio de sus acciones sería igual al valor de los activos netos. Solamente el precio se vería alterado si se produjese algún cambio en su situación patrimonial.
Con una valoración, presente y futura, del activo es posible establecer una serie de estrategias de inversión. Por ejemplo:
- La inversión en valor (Value investing): Trata de determinar si el valor intrínseco del activo es mayor que su precio de cotización. Siendo así estaríamos comprando a precio de ganga. Lo más probable es que el mercado termine por darse cuenta y el precio se ajuste al valor. Haciéndonos ganar un suculento beneficio.
- La inversión en crecimiento: Podemos también observar si el ritmo de crecimiento de la valoración de un activo es constante y dinámica. De este modo el precio de cotización lo acompañará.
- Estrategia de recuperación: Si una empresa está pasando un mal momento, sus acciones bajarán. Puede que suponga la desaparición de la empresa por quiebra. Pero, ¿realmente esta empresa es sólida para recuperarse? El análisis fundamental nos dará las claves. Si conseguimos comprar acciones una empresa recuperable a precio de saldo, cuando todo pase y la empresa pueda funcionar con normalidad sus acciones subirán.
- Estrategia sectorial: Determinando el ciclo económico y los indicadores de coyuntura podemos establecer qué sectores son los más propensos a crecer. Rotaremos de sector conforme las condiciones económicas cambien y favorezcan más a otro.
Esto son sólo unos ejemplos de estilos de inversión en los que el análisis fundamental está presente. También podemos iniciar una estrategia de dividendos y realizar un análisis fundamental para confirmar que la empresa en la que hemos invertido es sólida.
Cómo se puede comprobar, el análisis fundamental tiene un propósito útil. Es utilizado comúnmente en las finanzas y las inversiones.
¿Qué información se estudia?
Realmente la información del análisis fundamental parte de la economía y la contabilidad. Sin embargo, no es necesario tener una licenciatura ni realizar cálculos complejos. Lo único que de verdad necesitamos es saber interpretar los números.
Cada cifra y cada cálculo nos cuenta una historia diferente en cuanto a la situación del mercado objeto de análisis. Lo único que debemos saber es desarrollar bien esa historia.
Enfoques
El análisis fundamental fue concebido con la idea de entender y valorar empresas (acciones) partiendo de sus datos contables y financieros. Sin embargo, las empresas pertenecen al ámbito microeconómico, el cual está englobado en las condiciones generales de la economía (macroeconomía).
En la actualidad, es posible realizar un análisis fundamental de cualquier mercado, no sólo de empresas (para valorar acciones).
¿Qué valor tiene una divisa? En este caso deberemos atender a la fortaleza o debilidad de la economía en la que se emite. En contraposición de la economía de la divisa cotizada (las divisas cotizan por pares). Para ello nos basaremos en datos tales como:
- Las decisiones de la política monetaria de los bancos centrales.
- La inflación.
- Los tipos de interés.
- La balanza comercial.
En definitiva, indicadores macroeconómicos. No será necesario analizar sectores industriales y, ni mucho menos, empresas de un modo individual. No debemos profundizar tanto porque el mercado a analizar tan sólo depende de los primeros escalones de la macroeconomía.
Podemos realizar un análisis fundamental con dos perspectivas diferentes:
Análisis Top-down
También llamado “de arriba abajo”. Se trata de partir de lo más global para ir descendiendo a partes más específicas de la economía, hasta analizar el activo financiero en cuestión.
Las decisiones se empiezan a tomar cuando comenzamos a analizar qué región tiene las mejores perspectivas económicas. Dentro de esa región, qué sectores económicos o qué tipos de activos son los más favorecidos. Hasta terminar con una lista de activos para su estudio detallado antes de realizar la inversión.
Después se analizarán los activos de esa lista individualmente. Para determinar si merece la pena invertir, adoptar una posición corta en el mercado o simplemente no hacer nada.
Es muy útil para gestionar inversiones a nivel global. Permite realizar comparaciones entre diferentes sectores de distintos países.
Bottom-up
Es el modelo contrario al enfoque anterior. En este se parte de un activo pormenorizado para después ir subiendo por los escalones hasta llegar al escenario más general.
Prevalece en este enfoque el activo en sí mismo. No se pretende seleccionar, como en el caso anterior. Lo único que puede suceder es que alguna causa económica de nivel superior (sea del sector empresarial o de la economía general) haga desestimar la inversión por suponer una amenaza.
Ambos enfoques no son excluyentes. Son dos formas de abordar el análisis fundamental que pueden realizarse dependiendo de los objetivos perseguidos.
Las familias empresariales (análisis sectorial)
En el apartado anterior hemos visto que el punto de partida para el análisis fundamental con la perspectiva top-down es el panorama macroeconómico. Estos datos son los más generales y pueden ser los únicos que necesitamos para analizar determinados activos, como por ejemplo los pares de divisas en el mercado Forex (también puede ser válido para las materias primas o índices. Debido a que tan sólo necesitamos una visión global de la oferta y la demanda, la situación de liquidez y otros factores generales).
No obstante, para analizar otros activos es necesario bajar un peldaño más y realizar un estudio sectorial de la economía. Esto se debe a que no todos los sectores industriales reaccionan igual ante una determinada situación económica.
Para analizar acciones y renta fija corporativa, los analistas realizan estudios de cada sector económico. Los criterios para valorar activos tampoco son los mismos cuando pertenecen a distintos sectores, no podemos establecer unas reglas generales para todos los tipos de activos.
Una operadora de telecomunicaciones no puede ser medida con la misma vara que una inmobiliaria. La naturaleza del negocio es distinta. Digamos que los estudios sectoriales son una “submetodología” del análisis fundamental.
Para analizar índices también se tiene en cuenta el peso de un sector específico y sus condiciones. Por ejemplo, en España el Ibex 35 está muy expuesto al sector bancario. El DAX alemán está compuesto en su mayor parte por empresas industriales con un alto componente exportador (habrá que estar más atentos a datos tales como la balanza comercial y los tipos de cambio).
Existen múltiples sectores o como hemos llamado aquí: familias de empresas. Cada sector supone un conjunto homogéneo que se debe valorar.
Algunos de los sectores de la economía pueden ser:
- Consumo básico
- Utilities
- Financiero
- Materias primas
- Industrial
- Consumo cíclico o consumo discrecional
- Tecnológico
- Telecomunicaciones
Cada sector tiene una valoración y un crecimiento propio. Esto nos informará qué activos son los más propensos a tener una subida (o declive) de sus cotizaciones.
Estados contables
Entramos ya en los últimos pasos del análisis top-down. Ahora se trata de analizar el activo de forma individual. Para ello, partiremos de la información que pueda emanar de la propia fuente y de la que comunique a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) u organismo supervisor homólogo.
Gran parte de esta información básica se encuentra en su contabilidad. La contabilidad financiera de una empresa está estandarizada y es homogénea. Una compañía cotizada en Bolsa debe publicarla y es una de las primeras y principales fuentes de las que dispone un analista por fundamentales.
Tan sólo se trata de determinar la situación económica y financiera de la compañía. Obtener una imagen de su patrimonio y su crecimiento. Para ello se trabajan sus estados contables, o cuentas anuales.
Los estados contables se componen de una serie de documentos en los que dos de ellos tienen especial relevancia para el análisis fundamental.
Balance de situación
En este documento se refleja la situación patrimonial de una empresa. Se compone de dos columnas a modo de “balanza” (de ahí su nombre): A la izquierda se sitúa el Activo (bienes y derechos), a la derecha el Pasivo (obligaciones).
- El Activo muestra todos los bienes que tiene la empresa. En qué invierte el dinero. También aparece lo que le deben como un derecho de cobro (lo cual, si lo pensamos, también es un bien).
- El Pasivo representa la financiación. Es el origen del dinero que permite tener los activos. Puede ser mediante obligaciones con terceros (deudas a corto o largo plazo) o bien puede ser en forma de capital y reservas (obligaciones con los propios socios de la empresa).
La parte de capital y reservas también se denomina Neto patrimonial, es lo que la empresa realmente tiene una vez descontadas sus obligaciones. Se coloca en la parte del pasivo, a pesar de no ser una obligación con un tercero (son los recursos propios de la empresa).
Estableceremos una valoración basándonos en la estructura patrimonial de la empresa, como por ejemplo si tiene activos líquidos, si tiene mucha deuda, si la deuda es principalmente a corto o largo plazo, si tiene un capital y reservas suficientes, etc.
También se realiza un análisis económico, analizando la liquidez y rentabilidad de los activos que componen su patrimonio.
El riesgo de un bono corporativo, por ejemplo, tiene mucho que ver con la situación de solvencia que pueda tener una empresa.
La cuenta de resultados
Esta cuenta se distribuye también en dos columnas: Debe y Haber. En ambas se plasman los ingresos y los gastos que ha ido acumulando la empresa durante un período determinado de tiempo.
Los gastos figuran en el Debe, los ingresos en el Haber. Si los ingresos son superiores a los gastos podemos afirmar que la empresa tiene beneficios. Si fuese el caso contrario, la empresa tendría pérdidas.
Tanto los ingresos como los gastos pueden venir de varias fuentes. Agrupando los gastos según el tipo que sean podemos establecer en qué se gasta más, por ejemplo:
- Gastos de aprovisionamiento
- Gastos financieros
- Amortizaciones
- Gastos de comercialización y fabricación
En cuanto a los ingresos, se supone que la fuente principal son los derivados de su propio negocio (ventas o prestación de servicios), pero pueden presentarse otros tipos de ingresos extraordinarios (por alguna operación poco común, como la venta de un activo). También pueden ser ingresos financieros en forma de intereses o dividendos de compra de acciones.
Sea como fuere, la estructura de los ingresos, los gastos, su crecimiento o variación y demás elementos que componen este documento contable pueden sernos de mucha utilidad para realizar el análisis fundamental.
Cabe recordar que los dividendos repartidos al accionista dependen de los beneficios que pueda tener una sociedad. La perspectiva sobre el crecimiento de los beneficios futuros es el motor que pone en marcha la subida del precio de la cotización.
Las ratios
Una ratio es una división. Un cociente que representa una relación entre dos magnitudes. Gracias a estos cálculos podemos tener una representación del equilibrio económico, financiero y de crecimiento. Así como el poder comparar con otras ratios de un momento anterior, con las ratios sectoriales o simplemente con las de otra compañía diferente.
Al ser relaciones y no números absolutos nos pueden dar la información necesaria en base a una comparativa. Con fines de determinar si la empresa está infravalorada o sobrevalorada con respecto a su sector u otras comparables.
Se toman como base los datos de los estados contables o el precio de cotización, después se establecen relaciones entre ellos. Los analistas fundamentales utilizan de forma habitual estas variables. Sobre ellas realizan estimaciones, inversiones o recomendaciones.
Algunas de las ratios más utilizadas en el análisis fundamental son:
- PER (Precio de cotización/Beneficio neto por acción)
- PEG (PER/Crecimiento del beneficio neto por acción)
- Pay-Out (Dividendo/Beneficio)
- ROA (Beneficio neto/Activo total de la empresa)
- ROE (Beneficio neto/Recursos propios)
- PVC (Precio de cotización/Valor contable de la acción)
- Apalancamiento financiero (Pasivo total/Recursos propios)
Conclusión
El análisis fundamental, junto con el análisis técnico, constituye uno de los métodos más habituales para tomar decisiones de inversión. Pudiendo ser utilizados de individualmente o de forma conjunta.
Algunos traders, sobre todo aquellos que operan a un plazo temporal más dilatado, tienen en cuenta la información que se extrae sobre los fundamentales de un determinado activo. Siendo conscientes que un cambio en los fundamentales supondrá un cambio en la cotización del activo.
El debate sobre si el precio refleja fielmente la valoración de un mercado (teoría de la eficiencia del mercado) sigue en pie. Las decisiones de compra y venta están motivadas por algún catalizador. Estos catalizadores tienen mucho que ver con las noticias económicas y cambios en las condiciones financieras.
Realizando un buen análisis fundamental seremos capaces de detectar las mencionadas condiciones que afectan al activo. Aquellas que ponen en marcha las fluctuaciones del mercado.
Value investing.La inversión en valor
Value investing , o inversión en valor, es un estilo de acometer inversiones que se ha convertido en casi una religión. Llevada a cabo por maestros como Warren Buffet o, sin ir más lejos, Francisco García Paramés, esta filosofía de inversión trata de buscar rentabilidades consistentes en el largo plazo.
En 1928, Benjamin Graham (maestro y mentor del propio Buffett) daba origen a este modo de invertir en los mercados; dónde prima el analizar una acción en base a sus fundamentales, aplicar ciertos márgenes de seguridad y, sobre todo, una dosis de paciencia para encontrar verdaderos chollos en los mercados financieros.
La inversión en valor constituye la ciencia y esencia de las inversiones en su estado más puro. Para explicar en qué consiste el value investing antes de nada debemos explicar los conceptos de precio y valor. Ambos términos se contrastan para dilucidar si un activo financiero se encuentra infravalorado por el mercado.
Pero ¿cómo se valora un activo? Para ello necesitaremos tener una cierta destreza con el análisis fundamental. A lo largo de estas líneas daremos algunas de las claves o filtros que aplican los inversores tipo value para decidir si una empresa es apta para ser un “activo de valor”; criterios aplicados por Ben Graham o el propio Warren Buffett.
¿Qué es el Value investing?
El value investing es uno de los estilos de inversión más antiguos y sólidos que existen. Tan sólo se trata de analizar activos en base a sus fundamentales para asignarles un valor objetivo (valor intrínseco). Después contrastar dicho valor con su precio de mercado; y de este modo ver si el mercado los infravalora.
El hecho de comprar activos financieros que coticen baratos en el mercado equivale a encontrar gangas en las rebajas. Estaremos pagando un precio de saldo por un activo cuya calidad es mucho mayor. ¿Qué pasará después?
Pues que el mercado, como un gran conjunto de inversores en masa, descubrirá lo que tú ya has visto previamente y llevará la cotización a su verdadero valor. ¿Cómo puede ser esto así?
Muchas empresas pasan desapercibidas porque no están cubiertas por analistas. Si una empresa no tiene suficientes recomendaciones de analistas, muchos gestores de fondos de inversión no se fijan en ella (salvo que sea un fondo de inversión tipo value investing). Con lo cual puede pasar un tiempo hasta que el mercado descubra el verdadero valor.
No es necesario que la empresa tenga que pasar desapercibida, en ocasiones se producen caídas generales en los mercados que afectan a todos (o casi todos los valores) sin importar si el activo es bueno o malo. Un ejemplo claro podría ser una decisión política o una subida de tipos de interés.
En estos casos puede que el mercado reaccione mal y responda con ventas; castigando a valores de muy buena calidad. Es lo que los gestores de carteras llaman el “riesgo sistemático” (riesgo de merado, no específico de un activo).
En estas situaciones el mercado se torna en un terreno abonado para realizar inversiones mediante la filosofía value. Esto se debe a que empresas muy bien valoradas cotizan a precios de saldo tras producirse esta “sacudida”.
Sea por el motivo que sea, en realidad no es extraño que el mercado no valore bien a los activos (sobrevalora e infravalora). A fin de cuentas, el precio no es más que la oferta y la demanda. Esta oferta y demanda viene determinada por una percepción del valor (que no tiene por qué ser el verdadero valor).
Pero para explicar bien en qué se basa el value investing, en princpio debemos tener un claro conocimiento de lo que es el “precio” y lo que es el “valor”.
¿Qué es el valor?
Todos los bienes y servicios tienen un precio, que es lo que pagamos. Ahora bien, y aquí está el kit de la cuestión, también tienen un valor, independientemente del precio que se paga. El valor es lo que se recibe a cambio de pagar el precio.
“Precio es lo que pagas. Valor es lo que obtienes”
(Warren Buffett)
Una acción de Bolsa, o cualquier otro activo financiero (en realidad la inversión en valor nació con motivo de inversión en acciones y bonos corporativos), tiene un valor intrínseco.
Al comprar acciones estamos adquiriendo una parte de ese negocio. Este es el enfoque que requiere el value investing: Mirar las acciones como partes de un negocio. Más allá que la mera especulación o trading, se trata de una inversión a largo plazo que requiere cierto compromiso.
Volviendo al asunto del valor, si queremos comprar un negocio (o una parte del mismo) sería lógico pensar en cuánto vale realmente. ¿Cuánto puede valer un negocio? ¿Cuánto estaremos dispuestos a pagar si pudiésemos comprar una empresa, como por ejemplo Repsol?
Para responder a esta pregunta deberíamos atender a sus fundamentales. Deberíamos ver sus activos, su situación de liquidez, sus deudas, su potencial crecimiento de beneficios, etc.
Sobre estos datos, realizar una tasación y en base a la misma otorgarle un valor a cada una de las acciones (habrá que dividir el valor de la empresa entre el número de acciones emitidas). Pero el punto de vista es el mismo, es igual si queremos comprar una sola acción de Repsol como si queremos comprar la empresa entera; hay que valorar el negocio.
A este concepto se le llama el valor intrínseco o valor objetivo (de la empresa o las acciones). Requiere tener cierta destreza al realizar un análisis fundamental del activo en cuestión.
Muchos pensarán que el valor de una empresa es simplemente la suma de sus activos, una vez descontadas sus obligaciones. En cierto modo es así, pero en realidad es un poco más complicado:
- A veces, la empresa tiene activos tangibles y sobre todo intangibles que son difíciles de valorar o bien que en la propia contabilidad no están reflejados fielmente (por sus amortizaciones).
- El propio negocio en sí mismo tiene un valor. Si se comprase la empresa, lógicamente, valdrá más que la simple suma de sus activos (este concepto se refleja contablemente como “fondo de comercio”), puesto que los activos en su conjunto crean la sinergia necesaria para crear beneficio económico. Otorgándole de este modo un valor adicional.
- No se trata de establecer un valor actual a la empresa. Además, es necesario tener en cuenta el valor futuro, o potencial de creación de valor para un futuro.
¿Y qué pasa con el precio de mercado?
El precio es otro de los elementos necesarios para el value investing. Es la otra cara de la moneda. Pero, no significa que se invierta en base a un análisis del precio.
Una vez llevada a cabo una valoración a fondo del activo cabe preguntarse: ¿El precio que se paga en el mercado justica el valor del activo?
Aquí es dónde reside toda la filosofía del value investing: Se trata de encontrar activos que cotizan con un precio inferior a su valoración. Es decir, buscar gangas en el mercado.
Entonces, se da por hecho que el precio de cotización no coincide con el valor. Siendo dos conceptos totalmente disociados. Además, este estilo de inversión parte de la premisa de que el mercado no valora bien los activos, o, dicho de otro modo: El mercado no es eficiente.
“Si los mercados fuesen eficientes, yo estaría pidiendo caridad en la calle”
(Warren Buffett).
La teoría de la eficiencia del mercado nos dice que sus participantes, al estar debidamente informados y tener un acceso libre a la compraventa, con sus decisiones mueven el precio y lo ajustan a la valoración exacta. El mismo precio actúa de indicador del valor, descontando todos los factores de cambio.
Las diferencias existentes que pueda haber entre el precio y el valor real se deben a que el mercado, como conjunto de participantes, tiene una percepción del valor. Pero dicha percepción no tiene por qué ser – y de hecho, según el value investing, no es – la correcta.
A menudo el mercado ignora activos con una buena valoración. Cuando el mercado se percata de ello, reacciona y demandan dicho activo. De esta forma presionan su precio de cotización al alza hasta equiparase con su valoración. Pero estos movimientos no suelen ocurrir en el corto plazo.
Es lógico que el mercado sobrerreaccione e incluso lleve al precio más allá del valor. Hasta que de nuevo el mercado caiga en la cuenta de que el activo está sobrevalorado y actúe esta vez la oferta para bajar el precio. Así continuamente.
Cabe decir que para el estilo de inversión value, el mercado no es más que un lugar para comprar o vender activos. No se tiene en cuenta el precio de cotización más que para contrastarlo con la valoración hecha mediante un análisis fundamental.
El comportamiento del mercado a corto plazo no es un indicador para invertir en valor. Tal y como indicó el creador de esta filosofía de inversión, Ben Graham:
“Míster Market es un esquizofrénico en el corto plazo, pero recupera su cordura en el largo plazo”.
La inversión en valor es un estilo orientado al largo plazo. Un activo puede tardar años en ajustar su precio a su valor. Aunque no siempre tiene por qué ser así (en realidad cada vez los ciclos se acortan más).
La cuestión es invertir en activo cuyo precio sea inferior a su valoración, con un margen de seguridad importante.
Cuestiones tales como chartismo, indicadores técnicos, dobles suelos, triángulos, tendencias y demás elementos del análisis técnico no son tenidos en consideración por los inversores value. Tan sólo se tiene en cuenta el precio cuándo éste infravalore sustancialmente un activo.
¿Qué requisitos debe tener un activo value?
Hemos visto que el value investing es un estilo de inversión que trata de encontrar activos cuyo precio de cotización es inferior a su valor intrínseco. Pero, ¿qué criterios siguen los inversores value para determinar si un activo tiene una buena valoración?
Una de las máximas de Warren Buffett para el value investing es que debemos invertir en negocios de fácil comprensión, de este modo nos será más sencillo realizar la valoración correspondiente.
Por lo tanto, el primer requisito para acometer una inversión en valor es tener un conocimiento del negocio, cómo por ejemplo de dónde provienen los beneficios, en qué situación se encuentra el sector y otras cuestiones que nos puedan ser de utilidad a la hora de sumergirnos en su información contable.
Asimismo, Buffet no invierte en acciones de empresas tecnológicas o alguna otra que no sepa verdaderamente cómo se obtienen lo flujos de ingresos y cómo se dirige el negocio.
“Debería invertir en un negocio que hasta un tonto pueda dirigir, porque algún día lo hará”
(Warren Buffett)
Además de esto, ¿qué requisitos debe tener una empresa para que pueda ser objeto del value investing?
En realidad, deberemos hacer una valoración completa, atendiendo a todos los coeficientes presentes y futuros de:
- Precio/beneficio
- Precio/valor contable
- Precio/ventas
- Precio /flujo de caja
Sin embargo, hay unos ciertos indicadores que deberemos prestar especial atención.
La antigüedad de la compañía
Para poder medir bien los fundamentales de una empresa es necesario que cuente con un amplio historial. Warren Buffett no invierte en acciones cuyas compañías no se encuentren cotizando en Bolsa menos de 10 años.
Esto quiere decir que las llamadas “start ups” no son aptas para una inversión tipo value. Debemos tener unos datos históricos, tener la seguridad de que la empresa ha lidiado con algún contratiempo.
Una empresa que haya salido airosa de alguna que otra crisis puede decirnos mucho acerca de su solidez y la capacidad de sus gestores. Además, necesitamos datos históricos suficientes para poder trabajar.
La valoración de sus activos
Como primera medida para establecer si una empresa tiene valor, hay que estudiar bien su balance y determinar si sus activos se encuentran correctamente valorados.
Es posible que la empresa tenga activos intangibles que no se reflejan de un modo correcto en el balance.
El valor contable de una empresa puede ser un buen punto de partida, pero no hay que olvidar que en ocasiones una empresa puede tener ciertos activos ocultos, infravalorados o sobrevalorados en su balance.
La situación de liquidez
Benjamin Graham, que como hemos dicho es el padre del value investing, utilizaba dos medidas que constituían un mínimo en la valoración de una compañía. Ambas medidas tenían en cuenta la liquidez. Una compañía, como mínimo, debe estar valorada por la liquidez que representa.
Esto significa que si las acciones de la compañía XYZ cotizan a 16 € y, según su contabilidad, tiene una liquidez de 15 € por acción, en realidad estamos pagando 1 € por el resto del negocio.
Simplemente con el dinero, acciones de otras empresas, créditos por cobrar, etc.; la empresa tiene un valor mínimo. Al margen de lo que puedan valer el resto de los activos fijos, maquinarias, inventarios, patentes y demás.
Las dos medidas de liquidez que tenía en cuenta el bueno de Ben era el “capital circulante” y el “valor de los activos neto neto” (capital circulante – deuda a largo plazo).
Benjamin Graham
Los beneficios
Los beneficios son la razón de ser de una empresa. Es lo que da valor a una empresa. Si una empresa no consigue obtener beneficios, de nada le servirán sus activos. En realidad, todo se puede resumir en activos y beneficios (y crecimiento de los mismos).
Unos beneficios sustanciales y crecientes hacen que una empresa valga más en el futuro. Debido a que parte de esos beneficios hace aumentar su caja, y ese sobrante puede ser reinvertido en un proyecto de expansión. Aumentando del mismo modo sus activos (inmovilizado o circulante).
Existen varios indicadores para medir la capacidad de una empresa para obtener beneficios. Pero los inversores value tienen en cuenta sobre todo el margen y la rentabilidad.
El margen de beneficios es la parte de los ingresos por ventas que se convierten en beneficios. Sobre todo lo que importa es que este indicador sea amplio y creciente.
Por otra parte, Warren Buffett utiliza para medir la rentabilidad de una compañía la ratio ROE (Return of Equity) o rentabilidad financiera. Tras calcular este indicador lo comparaba con la rentabilidad media del sector. Esta ratio mide la rentabilidad que la empresa obtiene sobre sus propios fondos (beneficio neto / fondos propios).
Una empresa sólida debe presentar un crecimiento de esta ratio en los últimos 5 años. Si la empresa no es rentable no puede ser apta para otorgarle una buena valoración. No es sólida.
El indicador por excelencia para determinar si una empresa cotiza barata con respecto a sus beneficios es el PER (Price Earnig Ratio). Deberemos saber interpretarlo de forma correcta. Así como contrastarlo con otras empresas del sector.
La estructura de deuda y capital
Una empresa puede financiarse de dos formas:
- Con fondos propios (capital y reservas)
- Con deudas con terceros
¿Cuál es la proporción de cada una de estas fuentes en el balance? El estilo value investing es defensor de invertir en empresas que tengan un limitado peso de la deuda en su balance.
El endeudamiento excesivo la hace vulnerable ante un aumento en los tipos de interés. Además, este hecho produce que sus beneficios futuros sean volátiles y por lo tanto con un mayor grado de incertidumbre.
Una empresa con una alta relación de deuda sobre sus fondos propios no puede ser una buena candidata a la inversión en valor.
Empresas con algún nicho o alguna diferencia con sus competidores
Una empresa que comercialice algún producto o servicio diferente al resto de su competencia, o cuente con algún nicho de mercado, supone una ventaja competitiva que le otorga valor.
También habrá que medir el porcentaje sobre las ventas totales que representa ese producto, para valorar el impacto que tiene en la compañía la ventaja.
La regla de oro: El descuento del precio con respecto a su valoración
Podemos encontrar muchas y muy buenas empresas (y por lo tanto acciones de Bolsa) si tenemos en cuenta las condiciones anteriores.
Un buen manejo con el análisis fundamental, saber las claves exactas que hacen a la compañía un activo de valor y un conocimiento del negocio son el primer paso para abordar el estilo value.
Ahora nos queda la segunda parte, la clave ¿cotiza la empresa con un descuento suficiente con respecto a su valoración? Warren Buffet aplica un margen mínimo de un 25%.
Si el valor de mercado (el precio de cotización) es – como mínimo – un 25% inferior a la valoración otorgada por fundamentales, podemos afirmar que tenemos un chollo entre manos.
No tan sólo deberemos realizar una valoración correcta y aplicar los filtros adecuados, también es importante que el precio de mercado nos indique que podemos hacer una buena inversión. Esta premisa deja fuera del escenario una gran parte de las empresas que hayamos podido analizar.
El value investing representa una filosofía ideal para inversores prudentes, el aplicar un margen amplio entre el precio y el valor es tan sólo dotar a nuestro negocio de la seguridad pertinente. Esto se debe a que la valoración por fundamentales también tiene un componente subjetivo. Los datos no se interpretan de la misma forma por diferentes analistas.
Así pues, si te gusta encontrar gangas en los mercados, te apasiona investigar y analizar activos, buscas un estilo de inversión sólido en el que tú mismo serás capaz de llevar a cabo todo el proceso de análisis y valoración del negocio; el value investing está hecho para ti.

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